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CAP90 – Escultora Marta Colvin

    Para explorar la vida y obra de la escultora Marta Colvin, comenzamos en Chillán, su ciudad natal, donde se inició en el arte de manera fortuita, encontrando en la escultura un destino inesperado trazando el camino que la llevó desde el sur de Chile hasta los talleres de grandes maestros en Europa, y cómo su arte evolucionó, influenciado por la cultura prehispánica y la naturaleza, para finalmente erigirse en símbolos de la identidad sudamericana.

    Marta Colvin fue una escultora chilena, nacida en Chillán, región del ñuble en 1907 y fallecida en Santiago en 1995. Inició su carrera artística de manera autodidacta y posteriormente se formó en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile. Amplió sus estudios en Francia y el Reino Unido, donde fue influenciada por importantes figuras como Henry Moore. Vivió en Europa durante más de tres décadas, obteniendo reconocimientos internacionales y el Premio Nacional de Arte en Chile en 1970. Su obra, caracterizada por la abstracción y la exploración de formas y simbologías sudamericanas, forma parte de colecciones públicas y privadas alrededor del mundo​​.

    Marta Colvin dejó un legado artístico profundo y variado, caracterizado por su habilidad en técnicas como la talla en piedra, el vaciado en bronce, y el desbaste en madera. Sus obras, inicialmente centradas en la figura humana, evolucionaron hacia un estilo que busca representar las fuerzas elementales de la naturaleza. Este cambio se materializó en la década de 1960 con una temática abstracta que explora formas y simbologías sudamericanas. Colvin se distinguió por su capacidad de ensamblar bloques de material que expanden la obra tanto vertical como horizontalmente, generando tensión y ritmo en sus superficies marcadas con incisiones profundas. Su obra se encuentra en importantes colecciones públicas y privadas alrededor del mundo, reflejando su influencia en la escultura contemporánea y su reconocimiento internacional, incluyendo el Premio Nacional de Arte de Chile en 1970.

    La obra de Marta Colvin se distingue por una búsqueda constante de formas y simbologías que reflejan tanto la tradición cultural sudamericana como la naturaleza misma. Colvin logra fusionar técnicas tradicionales de talla en piedra, bronce y madera, con una visión moderna y abstracta. Su habilidad para transformar materiales rudos en esculturas que evocan movimientos y emociones es reconocida internacionalmente. La importancia de su legado radica no solo en su contribución al arte escultórico, sino también en su capacidad para inspirar a futuras generaciones de artistas al valorar y reinterpretar el rico patrimonio cultural de América Latina. Las obras de Colvin, expuestas globalmente, demuestran un diálogo entre lo ancestral y lo contemporáneo, marcando un hito en la historia del arte chileno y mundial.

    Marta Colvin, fue una mujer de espíritu indomable, encontró en la escultura no solo un medio de expresión sino un puente hacia el alma sudamericana. Cada obra suya, desde las vigorosas figuras humanas hasta las abstractas representaciones de la naturaleza, es un testimonio de su búsqueda por capturar la esencia de la tierra que la vio nacer.

    Sus años de formación en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile marcaron el inicio de un viaje hacia la maestría escultórica. Bajo la tutela de maestros como Julio Antonio Vásquez y Lorenzo Domínguez, y más tarde, tanto en París y como en Londres, Colvin forjó su visión artística, una que se nutriría de la riqueza prehispánica y la vanguardia europea.

    La influencia del escultor britanico Henry Moore, a quien consideraba no solo un mentor sino un amigo, se refleja en la evolución de su obra hacia la abstracción, en la que el material se convierte en el narrador de historias ancestrales, de mitos y leyendas del continente americano.

    La consagración de su talento vino con el Premio Nacional de Arte en 1970, un reconocimiento a su contribución inigualable al patrimonio cultural chileno y mundial. Sin embargo, más allá de los premios y exposiciones, fue su capacidad de trascender el material y dotar a la piedra, el bronce y la madera de una vitalidad única, lo que la consagró como una de las figuras más prominentes de la escultura chilena.

    El Museo Marta Colvin, inaugurado el 15 de julio de 2011 en la Universidad del Bío-Bío, Chillán, es un espacio dedicado a preservar y difundir la obra y legado de la escultora Marta Colvin. Este museo, situado en el lugar donde la artista vivió y creó parte de su obra, contiene una colección significativa de sus esculturas, bocetos, y grabados, ofreciendo una mirada profunda a su proceso creativo y su contribución al arte. La institución no solo rinde homenaje a su talento como escultora, sino que también destaca su impacto en la escena artística nacional e internacional, promoviendo la apreciación de las artes visuales y el patrimonio cultural chileno​​

    El legado de Marta Colvin trasciende las fronteras del arte, convirtiéndose en una figura emblemática dentro del panorama cultural chileno y mundial. Su obra, caracterizada por la fusión de técnicas tradicionales y la exploración de formas y simbologias precolombinas, refleja un profundo respeto y entendimiento de la naturaleza y la herencia cultural de América Latina. El Museo Marta Colvin, establecido en su honor, no solo preserva este rico patrimonio artístico, sino que también sirve como fuente de inspiración y educación para futuras generaciones, destacando su contribución inestimable al mundo del arte y su papel como pionera en la escultura moderna. Su legado perdura, invitando a la reflexión sobre la intersección del arte, la cultura y la identidad.

    Marta Colvin no solo dejó un legado de obras que adornan desde parques públicos hasta museos internacionales, sino también una profunda huella en las generaciones de escultores que la sucedieron. Su enseñanza en la Universidad de Chile y su paso por el mundo académico europeo sembraron las semillas de un nuevo pensamiento escultórico propio en Chile.

    Para cerrar nuestro viaje a través de la vida y obra de Marta Colvin, recordemos que su legado trasciende el mero acto de la creación artística. Colvin, con su profunda conexión con las raíces precolombinas y su capacidad para fusionarlas con vanguardias internacionales, nos enseña la importancia de mirar hacia nuestro interior y hacia nuestro pasado para innovar y expresarnos. Su obra, permeada de simbolismo y fuerza elemental, sigue inspirando a generaciones actuales y futuras, demostrando que el arte es un lenguaje universal que puede trascender las barreras del tiempo y el espacio. La dedicación de Marta Colvin al arte, su incansable búsqueda de nuevas formas y su profundo respeto por la cultura indígena resuenan como un eco en el mundo del arte contemporáneo, invitándonos a todos a explorar, a aprender y, sobre todo, a no olvidar las raíces que nos definen.