El conjunto patrimonial de Arica y Parinacota presenta 36 templos andinos construidos de adobe y piedra entre los siglos XVII y XIX , la mayor parte de ellos declarados Monumentos Históricos Nacionales de Chile como parte del reconocimiento oficial de valor excepcional de las iglesias de las comunidades andinas fruto del trabajo mancomunado de cofradías indígenas, maestros canteros, caciques y misioneros.
Siete iglesias del norte andino de Chile, ubicadas en las comunas de Arica, Putre y Camarones pertenecientes a la Región de Arica y Parinacota son parte de un conjunto mayor denominado «Iglesias del Altiplano», reconocido como tal en la lista tentativa de Bienes Culturales a ser postulados a la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO definida en el año 1998, debido a sus valores culturales, históricos, arquitectónicos y artísticos. Las siete iglesias son representativas de las formas de evangelización temprana ocurrida en la región andina, exponentes de una realidad transfronteriza que abarca Bolivia, Argentina y Chile. La mayoría de ellas posee al menos un 60% de autenticidad en cuanto a la materialidad de tierra, madera, piedra, paja brava y barro junto a sistemas constructivos tradicionales como albañilería de adobe y mampostería de piedra asentada en barro, incluyendo cubiertas construidas en base a un sistema de par y nudillo de madera amarradas con cuero animal.
Durante la Colonia, el área fue el establecimiento de un proceso de conquista bastante complejo, que facturó la contribución de los pueblos quechua, tiahuanaco, inca y aymara, que resultó en una especie de «crisol» étnico y cultural. El reflejo más tangible del encuentro entre españoles y los pueblos de la zona son las numerosas capillas e iglesias construidas en ese momento, ya que el área fue colonizada temprano por los españoles.
La conquista de Chile inauguró un tráfico que se intensificaría en el período de prosperidad de las grandes minas de plata en el Alto Perú, especialmente Potosí, descubierto en 1545. Los minerales fueron transportados a través de esta árida región para ser enviados a Arica. A su vez, el área suministró alimentos al Alto Perú, particularmente ganado y productos agrícolas del escaso oasis de la región. Después de la decadencia de la mina Potosí, en la segunda mitad del siglo XVII, la región sufrió un período de declive, que fue superado gracias al auge de la industria del nitrato del siglo XIX.
A finales del siglo XVI, los primeros misioneros llegaron a Tarapaca. Vinieron con la misión de evangelizar a los nativos del lugar, construyendo para ese fin pequeños templos cuyo diseño y construcción caen dentro de un estilo genéricamente conocido como «Mestizo andino». El grupo está compuesto por al menos cincuenta iglesias. De forma similar y construida siguiendo la misma técnica de construcción rudimentaria basada en piedra, adobe, barro, paja y la madera local peculiar, estas iglesias muestran algunas diferencias que surgen de las características geográficas, productivas y sociales de cada lugar. Sin embargo, constituyen claramente un grupo, y bastante representativo de una arquitectura espontánea, de origen popular, no profesional, que mantuvo su continuidad durante siglos. Los misioneros levantaron los templos al borde de pequeñas aldeas preexistentes, sin alterar el diseño de esta última. Muchas veces la nueva iglesia era construida fuera del pueblo. En muy raras ocasiones, la iglesia fue construida en una ciudad puramente española.