El pueblo de Guayacán nace en 1846 como establecimiento marítimo-minero ubicado al sur de la ciudad de Coquimbo. Hombres y mujeres dieron a este lugar las condiciones necesarias para desarrollar una pujante empresa que llegaría a ser una de las más prospera de Chile y ubicaría a nuestro país como primer exportador de cobre del mundo en 1876.
El pueblo fue construido por la Sociedad Comercial Urmeneta & Errazuriz llegando a ser la mayor refinería de cobre del mundo, con 35 hornos de reverbero y tres chimeneas de ladrillo con 40 metros de altura. También se construyó un puerto propio y poblaciones para obreros y técnicos, entre los cuales había chilenos, pero mayoritariamente europeos y norteamericanos, los que influyeron y determinaron la tipología arquitectónica del lugar con construcciones de un piso de altura, de fachada continua con acceso central y ventanas a los costados.
La materialidad de las construcciones es en churqui y barro con estuco en tierra, aunque también hay construcciones en adobe sentado, los muros de cierro de terreno son de piedra (pirca) y también en adobe. Las techumbres, son de dos aguas con tijerales de pino Oregón y cubiertas en tejuela de alerce. La carpintería es de madera de pino Oregón, en su gran mayoría puertas, ventanas, pisos, techos y estructuras de techumbre. Las protecciones de las ventanas son de fierro fundido y forjado.
En 1862, se inauguró el ferrocarril que unió Coquimbo Guayacán-La Serena con las minas del interior del Valle del Elqui.
La minería del cobre ha sido una actividad fundamental para el desarrollo económico de la Región de Coquimbo desde tiempos precolombinos, cuando diaguitas e incas descubrieron los primeros yacimientos e iniciaron la explotación del mineral rojo en la zona. Siglos más tarde, en la década de 1820, esta actividad cobraría gran relevancia gracias al interés que depositaron en ella industriales chilenos y extranjeros motivados por el aumento de la demanda internacional de cobre, derivada de la expansión de la revolución industrial.
Uno de los pioneros en esta etapa fue el industrial chileno José Tomás Urmeneta, quien en la década de 1820 inició la explotación de un pique indígena en Talinay y exploró la zona en búsqueda de nuevos yacimientos. En 1830 se produjo el hallazgo del yacimiento de Tamaya, extensa y riquísima veta de cobre, que desde 1840 daría un impulso importante a la minería y la economía en la zona, gracias a la instalación de fundiciones e infraestructura portuaria en la costa de la Región de Coquimbo. El pueblo de Guayacán, fue reflejo de la expansión de la minería del cobre en la década de 1840, transformándose en un centro portuario y minero por la iniciativa de Robert Edward Allison. En 1856, José Tomás Urmeneta construyó una fundición de cobre en la zona, además de un muelle de embarque y una línea ferroviaria para comunicar la fundición con la mina de Tamaya en 1862.
A partir de 1872, la demanda y los precios del cobre aumentan producto de la guerra franco-prusiana y del nuevo impulso de la revolución industrial; el negocio de la empresa de fundición toma nuevo auge, pero los empresarios, esta vez más conservadores, no inician nuevas inversiones; al contrario, mantienen la estructura del negocio hasta finalizar la década. Para la década de 1870, es posible contar con información estadística sobre la producción de cobre en barra y lingotes de la empresa y su relación porcentual respecto de la producción total de país: Más del 80% de la producción corresponde a la fundición de Guayacán y lo demás a la fundición de Tongoy. El resto de las fundiciones de la empresa producía ejes de cobre, que eran posteriormente procesados en Guayacán.