En la zona sur de la ciudad de Antofagasta se encuentran las ruinas de la antigua fundición de metales de Huanchaca.
Consiste en una enorme e imponente construcción de piedra correspondiente a los vestigios de las bases estructurales de una fábrica dedicada a la fundición de plata. Fue construida a fines del siglo XIX, específicamente entre 1888 y 1892, siguiendo el modelo de una fábrica estadounidense. Este conjunto es uno de los mayores representantes de la época del auge de la metalurgia en Chile.
Los orígenes de la Compañía Minera Huanchaca nos remiten al año 1834, su precursor fue el minero boliviano Mariano Ramírez. Se constituyó como empresa netamente boliviana, dedicada a la explotación de la mina de Pulacayo, incluyendo la instalación de un ingenio para el tratamiento de los metales. Cabe indicar que las vetas de Pulacayo fueron trabajadas desde épocas prehispánicas acumulándose desde entonces voluminosos desmontes.
Este proceso de esplendor permitió una reestructuración de la compañía en 1872 significando la introducción de tecnologías y la incorporación de un mayor contingente laboral: en 1877, ya trabajaban para el consorcio 1567 obreros y cerca de 10000 indios para transporte y trabajos forzados. En esa escena, los indígenas fueron distribuidos, según sus capacidades, en distintos tipos de trabajos asalariados, ejerciendo de este modo la combinación entre lo tradicional y lo capitalista.
En el contexto de la guerra del Pacífico, Huanchaca sufrió el bloqueo de tráficos desde el altiplano a la costa, por ello vio la necesidad de buscar una salida por el Atlántico, generando una nueva ruta por el puerto argentino de Rosario. No obstante, esta ruta resultaba más costosa en comparación con la ruta hacia el puerto de Cobija, aunque los recursos en forrajes con que se contaba en el trayecto a Rosario eran más abundantes y baratos; la mayor distancia que había que recorrer hizo que el costo de transporte por quintal fuese más o menos el mismo en ambos casos, teniendo este último la desventaja del mayor tiempo empleado en cada viaje.
Finiquitada la guerra del Pacífico, el retiro de las guarniciones militares favoreció la reactivación de tráficos recién en el año 1885 cuando con en el nuevo escenario geopolítico de la postguerra, el resultado de la explotación del mineral de Pulacayo había alcanzado gran notoriedad: el directorio de la compañía, en vista de los fastuosos resultados obtenidos en los años anteriores, del porvenir asegurado del mineral, proyectó unir Pulacayo con el puerto de Antofagasta a través de un ferrocarril
Las líneas para el ferrocarril estuvieron concluidas desde Antofagasta hasta la zona de Uyuni a principios de 1889, con una longitud de 610 kilómetros.
Todo este proceso, sin duda, mejoró ostensiblemente las ganancias pecuniarias del consorcio porque, por efecto de la llegada de maquinarias de gran poder, mejoraron las condiciones de explotación del yacimiento, obteniendo mejores metales y mayores cantidades, ahorrando también el tiempo de traslado hasta el puerto. El ferrocarril también facilitó el envío de material de menor de calidad para que fuese procesado en Antofagasta en la fundición de huanchaca.
