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CAP34 – Calle Baquedano de Iquique

    Iquique es una ciudad cuyo desarrollo estuvo estrechamente ligado a la industria salitrera a partir de la década de 1830, siendo la segunda mitad del siglo XIX un período de gran expansión, tanto en la explotación del nitrato como en el crecimiento de la ciudad.

    La ciudad, originalmente peruana, fue incorporada a la soberanía chilena en 1880 durante la Guerra del Pacífico. Desde entonces y hasta comienzos del siglo XX, Iquique vivió una época de auge, derivada tanto del crecimiento de la industria salitrera, como de la llegada de inmigrantes nacionales y extranjeros que dinamizaron la vida económica y cultural en la ciudad.

    La segunda mitad del siglo XIX es un período de gran expansión, tanto en la explotación del nitrato como en el crecimiento de la ciudad. Esto, a pesar de que se producen dos y dos grandes incendios que destruyen un importante número de manzanas del centro de la misma. Sin embargo, son los últimos años del siglo pasado y las dos primeras décadas de éste los de mayor auge, y los que dan a Iquique la impronta arquitectónica y urbana que conserva hasta el día de hoy.

    El que esta ciudad estuviese en medio del desierto, alejada de grandes centros urbanos; que mantuviera contactos por mar con puertos de envergadura como San Francisco, Hamburgo y  junto con albergar un porcentaje importante de extranjeros entre su población especialmente ingleses y norteamericanos, y la propia peculiaridad de la explotación salitrera, fueron los elementos que explican que Iquique haya sido un centro de intercambio cultural intenso, el cual creó una forma de vida particular, además de una peculiar arquitectura. Esta arquitectura, de la cual la calle Baquedano es una excelente muestra, fue capaz de adaptarse sabiamente a las condiciones climáticas imperantes en Iquique. Esto se logró, principalmente, a través del uso de tecnologías y soluciones constructivas y arquitectónicas apropiadas.

    Los edificios presentes en calle Baquedano, y en general todos aquellos de arquitectura tradicional iquiqueña, corresponden a establecimientos comerciales o bien a viviendas de inmigrantes que labraron fortunas merced a la explotación del salitre. Los inmuebles poseen una tipología que se resume en tres elementos: el material empleado para su construcción es el pino oregón, -el cual debió ser importado desde lejanas zonas. En cuanto a los patrones que caracterizan estas edificaciones, podemos mencionar la construcción en fachada continua, la verticalidad y liviandad de la vivienda, la organización de los espacios en torno a un núcleo central, la presencia del vestíbulo, el uso de veranda, la presencia de lucarnas o linternas, el uso de torres miradores y el techo áereo o sombreado sobre la azotea. La calle Baquedano comienza en la Plaza Prat, constituyendo junto con ella un conjunto con notables rasgos de expresión urbana y arquitectónica, que simboliza plenamente los caracteres de la gesta salitrera. Destacan en el conjunto excepcionales monumentos como la Torre Reloj, el Edificio de la Sociedad de Empleados de Tarapacá, el Teatro Municipal y el Palacio Astoreca; los tres primeros se ubican el Plaza Prat, y el último en calle Baquedano. Asimismo, hay otros edificios de gran valor como son el Club Yugoeslavo, los Ex-Tribunales de Justicia, y el Casino Español.